Historia
Hace mucho tiempo que pienso un nombre, algo que me represente, que tenga magia y grandilocuencia. Que sea poderoso, gráfico, alusivo.
Y aquí está: Trébol Púrpura.
¿Por qué? Es una larga historia. Pero la estoy escribiendo despacio, capítulo a capítulo. Para los que no me conocen, soy Jimena, escritora, canalizadora, geógrafa, una guerrera y luchadora. En el 2019 atravesé una enfermedad. Y me curé. Pude sanar todo ese dolor y ese vacío. En febrero de ese año alguien me dijo: “Si no te encontrás con tu propósito y no hacés lo que viniste a hacer en esta vida, va a venir una situación externa que te va a hacer encontrar con lo que sos y tu misión».
Y así fue.
Mi proceso no ha sido fácil, ni lo es. Sólo que la gente conoce poco de todo lo que soy. La enfermedad me trajo una gran transformación. Debía aplicar todos los dones, todo lo que he aprendido desde que nací.
A tal punto que le agradezco a la vida porque me enfrentó a mí misma, con todo lo que soy. Pero volviendo al nombre, no soy muy laboriosa ni tengo dones para las plantas. Generalmente, se me secan. O les pongo más agua de la que debería o no las riego nunca. Esta planta me acompañó en mis mayores tristezas. Nunca supe cómo se llamaba, ni con aplicaciones ni con consultas a botánicos.
Vio, desde el anonimato, cada llanto, cada desventura, cada enojo, todo. Fue testigo armoniosa de mi autodescubrimiento y mi despertar. Nos aferramos mutuamente. Hicimos una gran conexión. Y esta planta pasó y reflejó todos mis estados. Estuvo bien, se marchitó, parecía que se moría, que no iba a florecer, tenía las hojas caídas, rotas y mientras yo no perdía la esperanza, la planta seguía mi ritmo. Íbamos acordes.
En el último tiempo abrió miles de flores y está en su mayor plenitud. Pero no olvidó nunca que estuvo muy mal, muy enferma, muy caída. Y sin embargo, peleó, batalló, creció. Y creció tanto que hasta se multiplicó. Mágicamente apareció en otro lugar y siempre vuelve a aparecer y a sobrevivir.
Comenzó a crecer más cuando la cambié de maceta. Como yo misma, que empecé a recuperarme cuando me acepté a mí misma.
Hace un tiempo seguía buscando un nombre para mi rincón, para mi página. Y en un momento, de pronto, le mandé la foto de mi bella planta colmada de flores a una amiga. Y ella me dijo: “Qué lindas hojas tiene. Es blanca rosada la flor. Las hojas parecen mariposas”. Y de repente, pude unir el principio de esta historia. Busqué en Google “Mariposa morada”. Y ese es su nombre. Como así también, Trébol púrpura. Se llama de ambos modos. E inmediatamente le expliqué que nadie había encontrado su nombre hasta ahora. A lo que me contestó sin saber nada de este relato que ‘es una planta de la evolución’. Y no hicieron falta más palabras que describirían mejor este espacio.
“Trébol Púrpura” es eso: la suerte de la transformación y el privilegio de sentirse vivo.
Bienvenidos a mi pequeño/gran mundo.
Jimena.
Misión
La misión de Trébol Púrpura es acompañarte en la suerte de la transformación y el privilegio de sentirse vivo. Aquí vamos a leer, vernos y encontrarnos. Este es un espacio lleno de inspiración, donde cada elemento de esta página está armonizado para ti: para tu cuerpo físico, tu cuerpo espiritual, tu cuerpo emocional, y para cada territorio vivo y sentido que nos convoca.
Visión
Mi visión es que Trébol Púrpura se convierta en un espacio de transformación y sanación para todos aquellos que, como yo, están buscando redescubrir su propósito y sanar sus vidas. Aspiro a ser un canal que inspire a otros a vivir una vida plena, conectando con lo más profundo de su ser, y que este lugar se convierta en un referente para aquellos que buscan crecer, evolucionar y transformar su vida.